Del escritorio del pastor— 5 de mayo del 2023

En estas semanas de Pascua, nuestras primeras lecturas se centran en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Las lecturas de hoy se centran en los primeros diáconos de la Iglesia primitiva. Es fascinante que ni un solo sacerdote sea mencionado por su nombre en el Nuevo Testamento, pero tenemos los nombres de los primeros siete diáconos: Esteban, Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás de Antioquía. Al igual que nuestros propios diáconos Ed, Jim y Horatio, sus ministerios no siempre muy entendidos, pero son siempre cruciales para nuestras vidas de fe común.

Un diácono en la Iglesia Católica es uno de los 3 niveles de ministerio que se ordenan (obispos, sacerdotes y diáconos). Desde los primeros tiempos, creció la necesidad de ayudar a los ancianos (pastores). Los diáconos fueron llamados a manejar las necesidades logísticas de la caridad para que los pastores pudieran enfocarse en el ministerio de la Palabra y la vida de oración de la comunidad (Hechos 6: 4)

La Escritura nos da una idea de las expectativas de un diácono en la Primera carta de Timoteo. En el capítulo 3, San Pablo afirma que un diácono no debe ser un adicto (v.3), ni codiciar ganancias deshonestas (v.3),ser irreprensible (v.2), esposo de una sola esposa (v.2), un buen administrador de sus hijos y su casa (vv. 4-5). Además, un diácono debe ser maduro e irreprochable (v. 6). San Pablo afirma después en el capítulo 8 que también deben ser: dignos (v.8), no de doble lengua (v.8), ni demasiado adictos al vino (v.8), ser sanos en la fe y la vida (v. 9,11).

El diaconado creció rápidamente durante los siguientes siglos. Desde los siglos V al VIII los diáconos pasaron de ser administradores de bienes para los pobres a convertirse en la mano derecha del obispo. Esto posiblemente se refleja hoy en día en la práctica cuando los diáconos leen el Evangelio aun cuando un obispo es quien hace la Misa. Es fascinante notar que, en estos 3 siglos, más de 30 diáconos se convirtieron en papas. Este crecimiento duró poco y el oficio del diácono pasó de moda hasta el Concilio Vaticano II. El Concilio restauró la ordenación al diaconado que promovió el papel del diácono como in persona Cristi servi (en la persona que sirve a Cristo). Este es el corazón de la vocación del diácono, el servicio a la comunidad. Este servicio incluye ser ministros de la Palabra, ministros de ciertos sacramentos (bautismo y matrimonio), capellanes en hospitales, directores de alcance, consejeros matrimoniales, y para nosotros en el Sagrado Corazón, Directores de Educación Religiosa (DRE’S) Lo que la mayoría de la gente nota sobre los diáconos permanentes es que pueden casarse. Puede que no tengamos sacerdotes casados, pero los diáconos pueden casarse y ser miembros ordenados en nuestra Iglesia. Sus esposas, como Annie Farrar y “Coco” Quiles, no solo están casadas con el diácono, sino que a menudo sirven con ellos en ministerios parroquiales que son críticos. La Pascua es un tiempo maravilloso para agradecer a nuestros diáconos y sus esposas por todo lo que hacen para dar vida a la Palabra de Dios en nosotros.

 Fr. Ray Smith.


Padre Ray Smith, CMF
Administrador parroquial

Con un corazón para la misión,
Padre Ray