Del escritorio del pastor— 3 de abril del 2022


Padre Ray Smith, CMF
Administrador parroquial

Querida familia de Sagrado Corazon,

Esta semana tendremos nuestro servicio de confesiones comunitario (Jueves 7pm).  Siempre siento humildad ante alguien que viene a este sacramento de confesión después de haber estado alejado por 10, 20, o 40 años. Si este es su caso, permítanme compartirles una frase, que el mismo Jesús dijo una y otra vez “no tengan miedo.” Muchas personas se sienten atrapadas por la culpa y/o la vergüenza de su pasado y el miedo a ser juzgados, pero Dios (y nosotros los sacerdotes) solo tenemos un pensamiento – Dios se llena de gozo con su retorno, de la misma manera que el padre del hijo prodigo a quien recibió con gran alegría.  Si le preocupa no recordar que hacer, “no tema”, nosotros le ayudamos durante el proceso.   

Muchos Católicos no saben que la Iglesia pide que nos confesemos por lo menos una vez al año, lo que llamamos “el deber Pascual” lo cual nos prepara para nuestro gran día, la Pascua. Si bien puede ser que no hayan cometido ningún pecado grave (asesinato/aborto, adulterio/fornicación o negar a Dios), sigue siendo muy útil para nuestra vida espiritual pasar un tiempo reflexionando sobre las formas en que hemos lastimado a Dios y a otros. El simple hecho de reflexionar sobre nuestros pecados nos ayuda a ser mejor en el futuro.

Hay tres maneras de prepararse para este evento. El primero es hacer un acto de contrición y ver si no hemos  faltado  alguno de los 10 mandamiento, lo cual es la forma común de prepararse para este sacramento.  Segundo, es preguntarse “¿He faltado a los dos mandamientos que dio Jesús de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a mí mismo?” y, por último, el Evangelio de este domingo nos ofrece otra forma de prepararse.

En este evangelio la mujer sorprendida en adulterio es llevada por una multitud furiosa dispuesta a apedrearla. Ya conocemos la respuesta de Jesús “El primero que esté libre de pecado que tire la primera piedra… [y] yo tampoco te condeno, vete y no peques más”. Por un lado, tenemos a personas pecadoras listas para juzgar, ser jueces y jurado; Jesús les recuerda, que ninguno de nosotros tenemos ese derecho. ¿Han visto unirme a la multitud para condenar a alguien por sus pecados? ¿Me he aliado  con un hermano por algo que haya hecho mal? Entonces es probable que necesite usar este sacramento. Para cualquiera de nosotros el haber recibido el perdón de Dios y no estar dispuesto a dárselo a otros, eso sí es cometer pecado.

¿En el otro lado de esta historia, “tengo algún pecado que sigo cometiendo del cual no quiero arrepentirme porque no quiero escuchar decir “vete y no peques más?”  A veces necesitamos recordar que la frecuencia con que cometemos un pecado lo hace más serio, juzgar, criticar, chismosear, o mentir.  Otros no ven la necesidad de arrepentirse por un pecado que simplemente lo cometerán de nuevo, pero cada momento de arrepentimiento nos trae un nuevo comienzo, aun si caemos de nuevo.   

A medida que nos acercamos a la Semana Santa, dejemos que los frutos de nuestras penitencias (oración, ayuno y limosna) nos acerquen a caminar con Jesús y entregarle los pecados por los que murió para que podamos realmente resucitar libres a  una vida nueva esta Pascua. 

Con un corazón para la misión,
Padre Ray