Del escritorio del pastor— 11 de diciembre del 2022

Mañana, fieles católicos de todo el mundo, especialmente en las Américas y México, celebrarán la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe conmemorando los 491 años de la aparición de la Santísima Virgen María a San Juan Diego en 1431. La aparición en realidad tuvo lugar en Nueva España, lo que ahora se llama México que no solo cubre lo que hoy es México, sino también gran parte del suroeste de los Estados Unidos. Por esta razón, la aparición y el mensaje de María también fue para nosotros.

 Su mensaje es simple: “¿No estoy aquí, yo que soy tu madre?” Este es el tema sobre el que hemos reflexionado durante los últimos 9 días, María como la madre de oración, de la Iglesia, de los afligidos, de las madres embarazadas, de los inmigrantes, los misioneros, de la nueva evangelización, de los jóvenes y las Américas. Celebrarla como madre, es recordarnos a nosotros mismos que somos sus hijos y, por lo tanto, hermanos y hermanas unos a otros. Su maternidad nos dice no solo quién es ella, sino también quiénes somos nosotros, una sola familia independientemente de razas y de idiomas.

Nunca he sentido este sentido de familia tanto como cuando estuve en Indonesia. Una mañana me eligieron para ir al mercado con uno de nuestros voluntarios.  En nuestro camino al mercado al aire libre, iba estaba sentado en la parte trasera de una camioneta junto a un hombre local que no hablaba inglés y yo todavía no hablaba indonesio, pero lo que ambos, pero si podíamos cantar canciones de alabanza en español. En esos pequeños momentos de alabanza cantando a nuestra Santísima Madre en español desde el otro lado del mundo en un pequeño pueblo remoto, en la parte trasera de una camioneta, sentí que era parte de la misma familia. El error que a menudo cometemos en la fe es que pensamos que es suficiente con “saber” que somos familia cuando estamos llamados a “vivir” como familia. Nuestra temporada actual de Adviento, si es algo, es un tiempo para recordar, así como Dios se unió con la humanidad a través de Jesús, nosotros también estamos unidos a pesar de las diferencias de idioma, a través de María.

El desafío del Adviento es encontrar más formas de vivir como una familia a la vez que nos preparamos para la venida del niño Jesús a nuestra familia. Puede ser aprendiéndose y cantando una canción en el idioma del otro, o compartiendo una comida como lo haremos en nuestras Mañanitas y en la fiesta de Guadalupe o en nuestra fiesta parroquial de Navidad. Podría ser ofreciéndose a enseñar inglés o aprender español. Puede ser haciendo el esfuerzo de sentarse con alguien que no sea de su cultura en las reuniones sociales dominicales después de la misa de las 930 a.m. No es suficiente con tan solo reconocer a María como nuestra madre durante la fiesta de Guadalupe, es tiempo de acercarse más a

 ella, a su Hijo y a los demás. Si bien es un milagro que la tilma de San Juan Diego todavía exista, es más milagroso que Dios continúe derribando los muros que nos separan y nos hacernos una sola familia.    


Padre Ray Smith, CMF
Administrador parroquial

Con un corazón para la misión,
Padre Ray