Del escritorio del pastor— 9 de febrero del 2025

Queridos Feligreses,

Una de las cosas que me encanta del Sagrado Corazón es la diversidad de personas que componen nuestra familia parroquial. Cuando estuve en la universidad hace muchos años, estudié el español como enfoque de mi carrera. En aquel entonces, estaba muy indeciso y me debatía entre dejar la universidad e ir al seminario de inmediato, o terminar mi carrera primero. No voy a entrar en detalle sobre las muchas razones por las que me quedé en la universidad a terminar, pero si les diré que una de ellas fue porque me gustaba aprender el español y sabía que un día sería valioso en mi ministerio. Aún recuerdo la primera vez que me senté  a hablar con feligreses de habla hispana años después, y les conté mi historia vocacional.  Ahora, esa decisión me trajo aquí!

Pienso en nuestras diferentes culturas como  las muchas plantas de un jardín. La variedad de ellas no es solo hermosa para los sentidos, sino que atrae a los pájaros, insectos y animales de todo tipo.  Pienso en el amor de Dios por la variedad en la creación, desde los planetas y las estrellas hasta las conchas marinas en la playa. Los jardines y los bosques están llenos de la maravilla de Dios. Y cada criatura es mejor debido a las otras criaturas. Incluso los cultivos agrícolas necesitan cambiarse con frecuencia para proteger la riqueza del suelo.

                Sin embargo, recuerdo que la belleza de una flor no es para sí misma, sino para los demás y para Dios. Somos más hermosos como comunidad cuando somos cariñosos y acogedores. Cuando decimos a los demás: “¡También hay lugar para ti!”  Y la fuente de nuestra belleza es nuestro Salvador Jesús, que se hizo hombre para morir por todos.  Él es verdaderamente hermoso. Adorarlo nos recuerda sobre todo, que todos somos amados y acogidos igualmente en el cielo. Diariamente, deberíamos desear mostrar ese amor a los demás.

               

          

Padre Joseph