Del escritorio del pastor— 22 de junio de 2025

Queridos Feligreses:

El Corpus Christi, o la Fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo, tiene múltiples propósitos: es un tiempo para agradecer la presencia constante de Cristo en la Eucaristía, para educar a los fieles sobre el misterio de la Eucaristía y para fomentar el aprecio por este sacramento como sacrificio y fuente de alimento espiritual. Esta fiesta nos recuerda que la Eucaristía es fundamental para nuestra fe, ya que encarna el amor y el sacrificio de Jesucristo, quien se ofrece a nosotros continuamente.

La celebración del Corpus Christi está profundamente  arraigado al misterio de la Eucaristía, que no es sólo un ritual, sino un profundo encuentro con lo divino. Como reflexionó el difunto Papa Francisco, la Eucaristía es una fuente de satisfacción y alimento para el hambre espiritual nuestro, evocando el milagro de los panes y peces con los que Jesús alimentó a una multitud. Este acto de alimentar simboliza el cuidado de Dios por nosotros y nos invita a compartir ese amor con los demás, especialmente con los más necesitados.

Al celebrar el Corpus Christi, estamos llamados a reflexionar sobre nuestra relación con la Eucaristía y sus implicaciones para nuestras vidas. Esta fiesta nos desafía a reconocer la presencia de Cristo en nuestras comunidades y a responder a las necesidades de los demás con compasión y generosidad.  Nos invita a ver la Eucaristía como un llamado a la acción, instándonos a “darles algo nosotros mismos”, como Jesús instruyó a sus discípulos. 

En conclusión, el Corpus Christi no es solo una celebración litúrgica, sino un recordatorio vital del amor que nos transforma y la esperanza que nos sostiene. Nos alienta a profundizar nuestra fe, a comprometernos con nuestras comunidades y a vivir el llamado de amar como Cristo nos ama. Al participar en la Eucaristía, recordemos la unidad que trae y la vida divina que ofrece, fomentando un espíritu de unidad entre todos los creyentes.

Esta reflexión sobre el Corpus Christi nos invita a abrazar el misterio de la Eucaristía y a vivir sus enseñanzas en nuestra vida diaria, alimentando nuestra fe y nuestras relaciones con los demás.

Tengan un bendecido Domingo de Corpus Christi.