El Dolor De Ser Ignorado

“Si aguantas sufrimiento por hacer lo correcto, esto es aceptable ante los ojos de Dios” (1 P2, 20).

En este complejo siglo veintiuno yo pienso que una de las formas de sufrimiento más insoportables es la de defender la verdad, la de poner en peligro la seguridad y la comodidad de la vida de uno por un principio crucial, y luego no tener a nadie que preste atención. Es desafiar algún engaño fundamental o corrupción en nuestro sistema, y en el proceso sufrir el dolor de la confrontación y el malentendido para luego descubrir que al resto del mundo no le interesa por que están “demasiado ocupados”- ¡qué cruz!

En su novela, El Vicario de Cristo, Walter Murphy pone estas palabras en la boca de un juez brillante que está juzgando al héroe de la novela, Declan Walsh: “(quien tuvo) el tenaz valor de aferrarse a los valores aun cuando la realidad le ofrecía pocas esperanzas de éxito”.

Qué gran homenaje. Qué proceso tan doloroso. Mantener los valores de uno cuando todo el “mundo real” que nos rodea tiende a decir: “Eso nunca funcionará”, y continúan con su forma divertida de no prestar atención a este desafío valiente.

Atanasio, el gran obispo de Alejandría en el siglo cuarto, fue considerado un tonto por sus compañeros y por multitudes de fieles en su diócesis. El afirmó tenazmente la divinidad de Cristo cuando la mayoría de los que lo rodeaban recurrían a las enseñanzas del Arrianismo (Jesús es sólo semi divino).

Atanasio respondía a su antagonista: “si el mundo va contra la verdad, entonces Atanasio va contra el mundo”. Atanasio sufrió mucho. Fue ignorado, ridiculizado y luego exiliado. Pero nunca dejó de confesar que Jesús es Dios.

En este cambiante siglo veintiuno, complejo, complicado y confuso, puede ser doloroso, casi tortuoso, adherirse a las enseñanzas de Jesús, a sus principios eternos, para ser ignorados después. No nos podemos explicar por qué es valioso sufrir de esta manera. Con Pedro, sólo podemos decir que creemos: “Si soportamos el sufrimiento por hacer lo que es correcto, eso es aceptable a los ojos de Dios”.

Con ustedes en Cristo,
Padre Gaspar Masilamani, CM