Del escritorio del pastor— 5 de junio del 2022
Querida familia de Sagrado Corazon,
Una de las cosas que más me impresiono cuando viví en Indonesia fue que en un país que era 88% Musulmán, 8% Cristiano, y 4% Católicos, 3 de sus 6 feriados nacionales eran fiestas Cristianas. A menudo les pregunto a los católicos, “si tuvieran que elegir nuestras tres fiestas más importantes, ¿cuáles serían?” La mayoría de la gente adivina correctamente las dos primeras que son Navidad y la Pascua, pero nunca obtengo la misma respuesta con la tercera fiesta que es desde la Ascensión, la Asunción, Viernes Santo, o el Domingo de Ramos. Pienso que Indonesia acierta cuando dice que nuestra 3ra fecha más importante es Pentecostés.
Todos sabemos que Pentecostés es la venida del Espíritu Santo, pero que creo que muchos de nosotros no sabemos lo que realmente hace el Espíritu Santo. Recordamos que el Espíritu Santo nos da 7 dones en la confirmación (sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, conocimiento, piedad y temor al Señor) y que los apóstoles recibieron el don de las lenguas en Pentecostés, pero el Espíritu Santo significa más en nuestras vidas.
Jesús capturó lo que hace el Espíritu Santo en una sola palabra, el Paráclito. Este título de Paráclito incluye sus tres distintas acciones como Abogado, Consolador y Ayudante.
Como Abogado (Juan 14:16-17), el Espíritu Santo aboga, aconseja y defiende ante el Padre. En términos modernos, nuestro defensor actúa como nuestro abogado. Al mismo tiempo, Jesús nos dice que el Espíritu Santo también actúa como un juez, ya que es el que nos juzga por nuestros pecados, ya sea a la justicia o a la condena (Juan 16:8)
La segunda cosa que el Espíritu Santo hace como Paráclito es ser nuestro Consolador. Jesús era muy consciente de la tristeza que experimentarían sus seguidores con su partida y en la vida en general. En su gran amor por nosotros, Él envía al que nos consolará. Este consuelo viene como el Espíritu Santo de dos formas, la primera como esperanza (Romanos 15:13) y la segunda y más importante como verdad (Juan 16:13). Es el Espíritu Santo el que nos ayuda a conocer la verdad y a vivir la verdad, que es la fuente de todo consuelo y paz.
Finalmente, tal vez la acción más común del Espíritu Santo es como un ayudante. El Espíritu Santo no solo nos ayuda en nuestra debilidad humana (Romanos 8:26), pero también está aquí para recordarnos todo lo que Jesús nos enseno y darnos una idea (Juan 14:26). Pero más que una instrucción, el Espíritu Santo nos ayudara a testificar lo que hemos visto y oído (Hechos 1:8) Este testimonio puede tomar la forma dramática como hablar en diferentes idiomas, así como los discípulos en Pentecostés, (Hechos 2:6) o a con actos de amor que han sido derramados en nuestros corazones (Romanos 5:5).
Si bien es cierto que el Espíritu nos aboga, nos consuela y nos ayuda, estos dones son como todos los dones de Dios, destinados a ser compartidos y en el momento que los compartimos, Pentecostés está aquí nuevamente y la Iglesia nace de nuevo.
Con un corazón para la misión,
Padre Ray