Del escritorio del pastor—24 de octubre de 2021

Padre Ray Smith, CMF
Administrador parroquial

Querida familia del Sagrado Corazón,

En este día en 1870 nuestro padre y fundador, San Antonio María Claret fue bienvenido a la vida eterna como su recompensa después de una enfermedad breve que hizo que suspendiera su participación el Concilio Vaticano I. Es asombroso pensar era el único participante de todo el Concilio que había sido declarado Santo. Su vida fue extraordinaria y ha inspirado a miles de personas a servir a Cristo como misionero. El valor de su vida fue el centro de nuestro retiro reciente, ya que se habló de la dirección que nuestro propio obispo espera guiar a nuestra diócesis.

San Antonio María Claret, nació en 1807 en una familia devota en Sallent España (cerca a Barcelona). Allí destaco en el negocio familiar de textilería y también por su vida de fe muy sólida. ¿El escucho el llamado al sacerdocio mientras estudiaba en la escuela textil y estaba trabajando en Barcelona después que reflexiono sobre un verso (Marcos 8:38) “Porque de que le sirve al hombre ganar el mundo entero y perder su alma?”

Lo que sigue fue más de 40 años de una vida de servicio incansable a Dios, como sacerdote diocesano primero y después como fundador de los Hijos Misioneros del Inmaculado Corazón de María en 1849 junto a otros cinco sacerdotes que como el tenían “un corazón para el mundo”. Dentro de este tiempo, fue nombrado arzobispo de (Santiago) Cuba transformando la iglesia a pesar de que sufrió 13 atentados contra su vida.

Además de su prolífica escritura spiritual (escribió el libro más publicado del siglo 19th – Lo Recto y el Camino), fue nombrado confesor de la Reina Isabella II (1857) a quien acompaño en todos sus viajes, aun cuando fue exiliado a Francia en 1868. Luego se separó de ella por su seguridad y después de hablar en el Concilio Vaticano sobre la Inmaculada Concepción de María y la infalibilidad (las únicas enseñanzas aprobadas por el Concilio) el retorno a su exilio en Francia donde murió.

Los pilares de su vida hablan bien de las esperanzas que tengo sobre nuestra parroquia, las cuales son: Devoción a la Palabra de Dios, a María y la Eucaristía, además de la construcción de una comunidad con la misión de servir a los más necesitados. En las próximas semanas y meses, vean la forma en que daremos vida a esto en nuestra parroquial y en nuestra diócesis, ya que el mundo necesita su ejemplo más que nunca.

Con un corazón para la misión,
Fr. Ray