Del escritorio del pastor— 23 junio del 2024

Durante las últimas semanas, mis pensamientos han estado enfocados en un libro que me dio mi director espiritual del seminario (el mejor director que he tenido) llamado “La nube de lo Desconocido”. Escrito a finales de 1300 por un autor anónimo, y se dedica al arte de la oración contemplativa. Al igual que la carta de Pablo a Teófilo, está escrito para un estudiante, para alguien que ama a Dios.  Nos da una idea clave para que aprovechemos al máximo la vida, aprovechar al máximo este libro, y aprovechemos al máximo nuestro presente.

Manejar nuestro camino a través de esta transición requiere oración, mucha oración. Y no una oración cualquiera, sino una que se llama oración contemplativa, la cual es diferente a nuestras oraciones estructuradas (Padre Nuestro, Ave Marías, Rosarios, etc…) u oraciones espontáneas (hablar/conversar con Dios)  La oración contemplativa es similar a la meditación, ya que ambas son reflexivas, pero la meditación se enfoca en comprender alguna verdad sobre Dios, mientras que la contemplación es un esfuerzo a concentrarse y permanecer en silencio ante la presencia/existencia amorosa de Dios

La imagen central de este libro es una nube, o tal vez “la” nube. Esta parece ser la metáfora de nosotros en estos momentos, ya que es un lugar donde no podemos ver claramente la mano o los planes de Dios, sin embargo, esta nube es la que nos lleva a una experiencia más profunda con Dios. Para muchos, el no poder ver lo que está por venir, no saber lo que sigue es muy confuso y frustrante. Naturalmente queremos huir de este sentimiento y queremos estar al otro lado de la nube con Dios, y llenamos nuestro tiempo con preguntas y preocupaciones sobre el nuevo pastor, perdiendo así la paz. Pero no tenemos que perder la paz en esta transición, si estamos dispuestos a entrar a esta nube.

Debemos tener cuidado de no tratar la oración contemplativa como un desafío intelectual, como que si aprendo correctamente todas las técnicas tendré éxito. Este viaje es un viaje del corazón, y específicamente al corazón de Dios, lo que podríamos decir el Sagrado Corazón de Jesús.  Solo podemos encontrar a Dios si nos despojamos primero de los pensamientos y del conocimiento, y lo buscamos anhelando su amor en nuestros corazones: Dios puede ser amado, no pensado. El amor es lo que nos permite aferrarnos a Él.

Así que el primer paso es poner los pensamientos, las ideas, esperanzas y sueños bajo la nube del olvido. El autor entonces nos alienta a pisotear pensamientos nuevos y agitaciones pecaminosas (pensamientos desagradables o heridas de años pasados), empujándolos hacia abajo cada vez que surjan. Es a partir de ahí, que uno está listo para enfocarse solo en el amor de Dios, y  nada más que en la palabra “Dios”.  La simplicidad del enfoque es la clave para ir más allá de la nube hacia Dios.

Creo que si nos aferramos al amor de Dios en este momento, nosotros, como Claretianos, habremos hecho lo que nos corresponde hacer, y les encomendamos este amor sagrado que es más grande que nosotros y  estará con ustedes aun después de que nos hayamos ido. 

            

 

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Padre Ray Smith, CMF
Párroco

Con un corazón para la misión,
Padre Ray Smith