Del escritorio del pastor—13 de marzo de 2022
Querida familia de Sagrado Corazon,
Si hubiera solo una palabra que pudiéramos usar para resumir este tiempo de Cuaresma, sería la palabra “conversión.” Lo curioso del caso es que aun así nos tomaría muchas otras palabras para comprender lo que significa conversión, como cambio, reformación, transformación y rediseño por mencionar algunas. Para algunas personas, esta palabra puede causar sentimientos negativos porque es un término usado en cultos, dictadores, psicólogos errados, pero nosotros como católicos, lo veremos desde un verdadero sentido espiritual.
Nuestra conversión no es simplemente el hecho de cambiar por cambiar. Nuestro cambio no debe ser como si fuéramos un producto de tienda que tiene que estar reinventándose para llamar nuestra atención siempre. Nuestra conversión, especialmente durante este tiempo de Cuaresma, es para ponernos al nivel de nuestro origen y destino, como personas hechas a la imagen y semejanza de Dios.
Cada año, entramos a este proceso de conversión, porque nos desviamos de lo que es central en nosotros, mientras somos empujados y atraídos por cada tentación que no es de Dios. Mas que cualquier otra tentación que podamos enfrentar, la tentación del egoísmo es la más grande. Y lo disimulamos con otros términos como “te mereces lo mejor,” y “no dejes que nadie te diga que hacer, se tu propio jefe.” Frases como estas es lo que hace que nos olvidemos que fuimos hechos para los demás, no para nosotros mismos.
Si queremos aprovechar al máximo la Cuaresma, hay un atributo, cualidad, virtud que nos ayudara más que cualquier otra y esa es la humildad. Solo con humildad podemos aceptar que nos hemos desviado o perdido en el camino. Solo con humildad podemos preguntar por direcciones y encontrar el camino correcto hacia nuestro destino. Solo con humildad podemos llegar a ser más de lo que somos.
Si queremos aprender a ser sencillos en un mundo que nos empuja a estar siempre por delante de los demás (ser el mejor), solo necesitamos ver Jesús. Él pudo haber venido a este mundo como lo estuvo en la transfiguración con toda su gloria y esplendor, pero se humillo a si mismo tomando forma de un esclavo (Phil 2:7). El vino como un bebe y aprendió las formas de este mundo. Así también debemos aprender de nuevo los caminos de Dios volviendo a escuchar su Palabra y dejando que nos forme de nuevo. Esta es una razón suficiente para que nos acompañen cada domingo en las primeas 5 semanas de Cuaresma para reflexionar más sobre el evangelio de cada semana.
La Conversión asusta cuando se nos pide dejar ir lo que conocemos, pero también es una gracia grande ya que nos conduce a la verdadera Libertad. No conoceremos la Libertad hasta que nos convirtamos en la persona que Dios nos ha creado. En realidad, nuestra conversión para que sea real en nosotros, como seguidor de Cristo, no debe ser solo en la Cuaresma, sino un esfuerzo de por vida, sino que la Cuaresma es un tiempo en que prestamos más atención a nuestras conversiones individuales para poder encontrar la libertad que este mundo no puede darnos pero que Dios si puede.
Con un corazón para la misión,
Fr. Ray